lunes, 6 de junio de 2011

Crónicas de un Hospital. La amistad ¿abre las puertas? (1ª parte)

5 de junio. Son las once y cuarto de la noche... en la entrada de Urgencias del Hospital Punta Europa. Mientras espero mi turno para entrar a visitar a mi suegro, soy testigo de una expresión de amistad y fidelidad que me pone en la garganta el primer nudo de saliva, de los muchos que me tendré que tragar en los próximos días.

Derechos y deberes de los
usuarios y usuarias.
Instantes antes, mientras tomaba un cafelito en la sala de espera de Urgencias, me llaman la atención unos carteles en la pared, en una multitud de idiomas, que informan a los usuarios y usuarias del servicio de salud andaluz, de los derechos que les asisten. Como he escrito, los carteles se encuentran en varios idiomas menos, curiosamente, en español, lo que por un momento me hace pensar en la universalidad del sistema de salud público español que, a diferencia del de otros países, primero atiende y cura y después pregunta.

El hecho de no encontrar el cartel en español, por supuesto, no quiere decir que los españoles no tengamos derechos... sino que se encuentran en cada habitación del hospital (aclaro esto para evitar los pensamientos xenófobos que a veces surgen de estas reflexiones y nada más lejos de la intención del escopetero...)

Me quedé con la curiosidad de saber su nombre.
Regreso a la puerta, a la hora del principio, a la escena que me produjo un sentimiento de ternura:
Un perro, de raza genérica(...), se encuentra tumbado delante de la puerta de entrada, con un mendruguillo de pan a su lado, que apenas ha tocado en las 6 (¡SEIS!) horas de espera que según los comentarios que le oía al personal del Hospital, llevaba allí guardando su puesto. Al parecer su dueño había llegado a las cinco de la tarde en una ambulancia, grave, y su perro lo siguió desde su casa. Y una situación curiosa del sistema sanitario: tienen permitida la entrada, para resumir, cualquiera que llegue a sus puertas salvo, lógico por otro lado, tu perro, aunque puede que sea el único alma que te espera de regreso a casa.
Igualmente, me llama la atención la simbología anti-tabaco que adorna las aceras del Hospital, indicando las zonas donde no se puede fumar y donde el "segurita" de turno te puede obligar a que apagues el cigarrillo... aunque esto tiene fácil solución: basta con seguirles al rincón donde ellos dedican unos minutos al humeante vicio y te libras del mal rato.

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