miércoles, 15 de junio de 2011

Crónicas de un Hospital (y 3ª parte): Una vida digna se merece una muerte dulce.

"La niebla vino a buscarte... y la luna se vistió de luto."

La niebla galopa a tu encuentro...
 Supongo que ya desde que tengo uso de razón, y aprendí a pensar y a decidir por mí mismo, siento un profundo y aferrado respeto hacia la vida, en todas sus formas.

Por esta razón, y pensando que la Esperanza es lo último que se pierde, siempre he defendido mis ideas en contra de la eutanasia o muerte asistida, aborto, pena de muerte y cualquier otra forma de intervención humana, en la finalización de la vida de otra persona.

Pero, muy lejos de esto, nos encontramos con el derecho a una muerte digna que, cuando el final de una persona ya es inminente, evite su sufrimiento así como el de los seres queridos que en esos momentos le acompañan, ante un fin que con total seguridad será traumático y doloroso.

Por supuesto, no son momentos fáciles, y es necesario que los acompañantes estén preparados para una espera que a veces se hace eterna. Tienes por delante una persona a la cual te une un vínculo afectivo y, normalmente, de sangre, a la que siempre bajo el consejo humano de un profesional, se le acaba de administrar una sedación que le anula todo estado de consciencia y dolor, mientras llega el inevitable instante de su fallecimiento.

Cada uno debe ser consciente que este proceso, si dura más de lo humanamente deseable, puede hacerte dudar sobre si fue la medida más adecuada. Incluso puede que veas a la persona sedada, en mejor estado que antes de la enfermedad, provocado todo ello por la acción de los calmantes, estado que es una prueba más de la ausencia de dolor y sufrimiento en el enfermo.

En este punto, cabe decir que esta espera se hará tanto más llevadera cuanto más profesional sea el equipo sanitario que atiende al ser querido. Cuando encuentras entre estas personas el cariño, el apoyo, la comprensión hacia tus pensamientos más pesimistas e, incluso, desconfiados de la decisión. Cuando te ayudan a pensar y reconocer que este es el mejor último trato que se puede dar al paciente. Cuando sientes su compañía mientras atienden con el mayor de los cuidados a la persona que ahora muy especialmente esta indefensa.

Y un equipo así, es el que se encuentra entre los profesionales de la 6ª Planta del Hospital Punta Europa: desde el especialista hasta el personal de limpieza, son prueba de entrega y dedicación a su profesión, haciendo gala de una humanidad nada común en estos tiempos.

Valgan estas palabras como homenaje a su servicio a la Comunidad.

El Mar, principio y fin de la vida...
¿o es fin y principio?

sábado, 11 de junio de 2011

Crónicas de un Hospital (2ª parte): Y ahora... ¿dónde aparco?


"Donde fueres, haz lo que vieres..."
Continuando con mis crónicas de un Hospital, voy a entrar ahora en un tema peliagudo: los aparcamientos.

Curiosa reserva de dominio... ¿oficiales?

Por supuesto, llegar una mañana a consulta o a visita al Hospital y no tener donde aparcar es la tónica de cada día. Y alguien me dirá... ¡Pero si existen dos aparcamientos controlados por los "VOVI-AL"! Pues es verdad, no había caído. 

Existe un aparcamiento en la parte baja del Hospital, donde se encontraba el anterior Helipuerto, y que por la saturación del diario, tendrás suerte si no te quedas bloqueado por dos simpáticos (porque bastan solo dos) que se pongan de acuerdo para cortar entrada y salida (con o sin ayuda) del aparcamiento.

Si te gusta la aventura y el Auto-cross "xtrem", también tienes la opción del aparcamiento de la parte superior, el cual, como creo que todos lo conocemos, voy a obviar los comentarios, y para el que no lo conozca, ¡aún está a tiempo! evítalo...


Después tenemos las opciones "afortunadas", es decir, las plazas que quedan disponibles alrededor del edificio, cuyo estacionamiento no está limitado a ciertos vehículos: taxis, minusválidos, carga y descarga, ambulancias, oficiales (cabos y sargentos, abstenerse), autobuses y servicios de combustible. 

En resumen, te quedan unos pocos huecos donde dejar el coche, que te permitan, por ejemplo, descargar una pequeña TV, con sus cables, receptor de TDT, base de enchufes, cinta de seguridad para evitar accidentes adicionales en la colocación del sistema... o, mismamente, un colchón antiescaras. Por supuesto no hay problema si cuentas con un cochecito de campo de golf para hacerlo llegar desde tu coche hasta el ascensor... ummm ¿qué estoy diciendo? noo, no se me ha ido la olla, solo pensaba frente al teclado.

Plazas reservadas a vehículos oficiales (2)

Menos mal que este problema de aparcamiento solo es durante la mañana. Las tardes y los fines de semana son más tranquilos. Incluso te puedes plantear el aparcar tu coche en alguna de estas plazas reservadas, porque ¿como va a venir la grúa a llevarse un coche al Hospital? Por descontado, todas las personas que se encuentran allí con sus vehículos tienen algún motivo de peso para estar. Además, si estás viendo coches y coches aparcados en lugares no permitidos, supones que será la norma y no habrá "problema" por dejarlo ahí un ratito.

Pues esto fue lo que pensó Mr. T (nombre ficticio con el fin de mantener su privacidad y anonimato en esta historia), cuando esta tarde mientras su esposa pasa los últimos momentos con su padre (en situación ya terminal irreversible), el se acerca con su niño de corta edad, para que su madre lo pueda abrazar un ratillo en estas horas tan duras, mientras pasea por los alrededores con el fin de despejar (aunque resulte imposible) sus pensamientos contemplando a su retoño.

Lugar de la retirada... horas más tarde.

Antes hacía mención  a estas plazas como "afortunadas" por la intervención que la suerte tiene en ellas. Cuando regresan al coche para coger de la bolsita del niño, el potito correspondiente para su merienda, ¡CANASTOS! ¡EL COCHE NO ESTÁ!

Al parecer era la hora de descarga en la cocina del Hospital, y un vehículo marca Mercedes (propiedad de alguien relacionado con una intervención urgente) impedía el acceso al muelle de descarga al camión. Tras avisar a la grúa municipal, y presentarse este servicio en el Hospital, deciden llevarse el vehículo de Mr. T (potito incluído) porque favorecía la maniobra de descarga, sin necesidad de retirar el mencionado Mercedes.

A estas alturas, que nadie piense que hubo tráfico de influencias ni nada por el estilo, ya que coincide que Mr. T trabaja en un Dpto. muy directamente relacionado con el Servicio de Grúa Municipal de su ciudad y, muy a su pesar (porque a nadie le hace gracia el "desembolso") tuvo que abonar el importe de la retirada de la grúa (por supuesto, menos los descuentos correspondientes en este tipo de sanción por pronto pago).

Y esta historia tuvo un final "feliz", al poder descargar el camión su mercancía, y prepararse en la cocina los menús correspondientes, así como el chiquitín acabó cenando su merienda, con la pertinente rabieta por el retraso y (a nivel alimenticio) sigue con su desarrollo normal, pese a contar sus papás con unos euritos menos este mes para potitos...

Por cierto, en la crónica anterior, hablaba de los carteles de derechos y deberes. La versión en español, se encuentra en las habitaciones, colgada en lugar visible en la pared, junto al plano de evacuación en caso de emergencia... ¿que como sabemos cuando hay una emergencia? Muy fácil, basta con mirarnos al espejo donde debería estar el plano y, si tenemos cara de pánico... ¡es que hay una emergencia! 
"No hay plano, es un espejo que indica el grado de gravedad de la emergencia"
(en una habitación de la segunda planta de cuyo nº no puedo acordarme)

lunes, 6 de junio de 2011

Crónicas de un Hospital. La amistad ¿abre las puertas? (1ª parte)

5 de junio. Son las once y cuarto de la noche... en la entrada de Urgencias del Hospital Punta Europa. Mientras espero mi turno para entrar a visitar a mi suegro, soy testigo de una expresión de amistad y fidelidad que me pone en la garganta el primer nudo de saliva, de los muchos que me tendré que tragar en los próximos días.

Derechos y deberes de los
usuarios y usuarias.
Instantes antes, mientras tomaba un cafelito en la sala de espera de Urgencias, me llaman la atención unos carteles en la pared, en una multitud de idiomas, que informan a los usuarios y usuarias del servicio de salud andaluz, de los derechos que les asisten. Como he escrito, los carteles se encuentran en varios idiomas menos, curiosamente, en español, lo que por un momento me hace pensar en la universalidad del sistema de salud público español que, a diferencia del de otros países, primero atiende y cura y después pregunta.

El hecho de no encontrar el cartel en español, por supuesto, no quiere decir que los españoles no tengamos derechos... sino que se encuentran en cada habitación del hospital (aclaro esto para evitar los pensamientos xenófobos que a veces surgen de estas reflexiones y nada más lejos de la intención del escopetero...)

Me quedé con la curiosidad de saber su nombre.
Regreso a la puerta, a la hora del principio, a la escena que me produjo un sentimiento de ternura:
Un perro, de raza genérica(...), se encuentra tumbado delante de la puerta de entrada, con un mendruguillo de pan a su lado, que apenas ha tocado en las 6 (¡SEIS!) horas de espera que según los comentarios que le oía al personal del Hospital, llevaba allí guardando su puesto. Al parecer su dueño había llegado a las cinco de la tarde en una ambulancia, grave, y su perro lo siguió desde su casa. Y una situación curiosa del sistema sanitario: tienen permitida la entrada, para resumir, cualquiera que llegue a sus puertas salvo, lógico por otro lado, tu perro, aunque puede que sea el único alma que te espera de regreso a casa.
Igualmente, me llama la atención la simbología anti-tabaco que adorna las aceras del Hospital, indicando las zonas donde no se puede fumar y donde el "segurita" de turno te puede obligar a que apagues el cigarrillo... aunque esto tiene fácil solución: basta con seguirles al rincón donde ellos dedican unos minutos al humeante vicio y te libras del mal rato.