miércoles, 28 de diciembre de 2011

...y de entre sus pétalos cayeron semillas de arte. (Estreno del Florida)

Con un bello poema de luz en el sur de la Bahía, la Novia guapa del Sol se ha batido entre dos aguas, mostrándonos su voz... 
"La Voz del Agua"

Con la voz de Juan Casal y bajo la magistral dirección musical de Chico Valdivia, se ha estrenado el nuevo Teatro Florida. 

Con un elenco artístico entre los que cabe destacar al guitarrista Salvador Andrades, la voz de Pastora de Algeciras o el sonido de las teclas en manos de Chico Valdivia, hemos vivido una noche emocionante y llena de encanto musical y escénico. Hora y media con sabor a mar, viento y bahía, donde la atracción visual solo era superada por los armónicos que elevaban el alma del público por encima de las Torres del mítico Hércules.

Un pase por la cultura e historia de Algeciras, de clara tendencia andalusí, entre homenajes a emblemáticos y reconocidos hijos de sus calles y celebraciones centenarias de sus pasiones deportivas, ha tenido, a mi entender, tres momentos cumbre (dentro de un espectáculo sin desperdicio):

El impresionante zapateado de Felipe, clavando notas en el escenario a golpe de punta y tacón, entre alegrías y palmas, la vibrante y emotiva voz de Pastora dibujando en el aire las notas y letra de los dos pasodobles de nuestra Algeciras y, como no, la particular interpretación del homenaje a Paco de Lucía, sin nada que envidiar en su remate final a la mejor de las interpretaciones de los históricos del Rock, en alguno de sus directos inolvidables, provocando la vibración de almas y corazones entre el público.

Sobre el escenario, elegancia, arte y majestuosidad en las interpretaciones... y entre el público, el respeto y elegancia que permite el furor y clamor hacia un espectáculo de este nivel. Nada, por supuesto, que ver con el deplorable y bochornoso ambiente soportado durante el pasado Concurso de Rondallas del pasado día 10... La calidad ofrecida por las Rondallas participantes no era, en absoluto, merecedora de tan "bajuno" comportamiento entre parte del público asistente, convirtiendo el Teatro en patio de una cárcel en pleno motín... sin ningún respeto a los participantes, asistentes e instalaciones.

El control y las recomendaciones presentes en estas últimas representaciones, han convertido el espectáculo y el comportamiento de los asistentes en una muestra de arte, civismo y respeto a la cultura, como no debe ser menos en un teatro de esta envergadura. ¡Enhorabuena!

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